Nippon Jieitai

Tras la victoria del Partido Democrático en las elecciones de Japón, acabando con la hegemonía de los liberales del PDL tras 54 años casi sin interrupciones, ahora sus bisoños diputados electos deberán hacerse cargo de la lista de prioridades, que son muchas. La lucha contra el déficit y el paro, la reducción de la burocracia, el envejecimiento de la población, la protección social y de la familia -sanidad y pensiones- y el fomento de la natalidad son algunas de ellas.

Pero hay una que afecta de forma muy particular a su relación con los países vecinos, como es la elevada presencia de tropas militares estadounidenses en su territorio, permanente desde los acuerdos de rendición de la II Guerra Mundial (cuyo comienzo se recuerda hoy en Gdansk, Polonia), en especial en la prefectura de Okinawa, en las islas Ryukyu, al suroeste de Kyushu y noreste de Taiwan. Ello aunque oficialmente dejara de ser territorio de los EEUU en 1972. La base con más efectivos, entre soldados y civiles, es la de Kadena, y los lugareños deben esquivar el terreno militar para poder construir sus carreteras, como explican en Kirai. Además los militares destinados en Okinawa han cometido ocasionalmente delitos, incluyendo violaciones y asesinatos. Para colmo, Japón tendrá que costear las nuevas instalaciones yankees en la isla de Guam.

Con la derrota en la II GM, Japón sufrió unas restricciones militares aún si cabe más severas que las de Alemania, y no tiene lo que podríamos llamar propiamente un ejército, sino unas Fuerzas de Autodefensa, Jieitai. Se supone que no pueden actuar en el exterior, pero Bush hijo logró que durante un tiempo, de 2004 a 2006, integraran un pequeño contingente para labores de reconstrucción en Irak. Con frecuencia llevan a cabo demostraciones o simulacros, lo mismo que la Policía o los Bomberos. Japón aún colabora en labores de repostaje de combustible en el Índico para los buques estadounidenses.

En dos artículos con motivo de los comicios, tanto El País como El Periódico han plasmado la situación que se le presenta a los EEUU si, como parece, el nuevo gobierno que dirija Yukio Hatoyama pretenda redefinir los términos de su política con Washington y su posición en Asia, acabando con la subordinación, dando más relevancia al trato con sus vecinos, como China, y para quizá aumentar su poderío militar dada la amenaza de Corea del Norte. Claro que, igual el régimen norcoreano dejaría de lanzar cohetes y misiles cerca de Japón si se fueran los estadounidenses, por probar que no quede. Hatoyama ha expresado su creencia en el próximo fin de la dominación de los EEUU y la cercanía de un mundo multipolar.

Así, en El País: "Según el prestigioso diario Asahi, el PDJ puede hacerse con 320 de los 480 escaños de la Cámara baja, lo que le permitiría acariciar los dos tercios necesarios para cambiar la Constitución pacifista redactada durante la ocupación estadounidense, en 1946. El mismo Hatoyama presentó en 2005 un proyecto de reforma constitucional que permitía a Japón dotarse de su propio Ejército —hasta ahora solamente cuenta con las llamadas Fuerzas de Defensa—, defender su seguridad por sus medios y ampliar la presencia de militares japoneses en misiones de paz de Naciones Unidas". Ha obtenido 308 y si llega a una coalición con el Partido Social Demócrata (siete escaños) y el Nuevo Partido del Pueblo (tres escaños), con los que mantiene la mayoría en el Senado, llegaría a 318.

Según El Periódico: "Japón es el aliado más importante de EEUU en el este de Asia. Hay en su territorio más de 90 instalaciones militares, la mayoría en Okinawa, y un contingente que supera los 50.000 efectivos. En un artículo publicado en The New York Times, Hatoyama se pregunta: «¿Cómo puede Japón mantener su independencia política y económica y proteger sus intereses nacionales cuando se encuentra atrapado entre los EEUU, que luchan por mantener su posición como potencia dominante del mundo, y China, que busca formas de volverse dominante?»"


En realidad la dominación estadounidense durante los años posteriores al conflicto bélico no sólo debemos enfocarla con la ausencia de un ejército, sino también con la posición del béisbol como deporte número 1 del país o haber influido en la obra de Osamu Tezuka. Y, sobre todo, con el hecho de que el holocausto nuclear, a partir de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, haya marcado desde 1945 el imaginario colectivo nipón. Japón es desde entonces marcadamente pacifista y en cada aniversario de la caída de las bombas se pide el desarme nuclear.

A ese arraigado temor a una III GM con uso de armas atómicas, que se ha instalado en lo más profundo de la mente de los japoneses, se debe que gran número de mangas y animes hayan usado como argumento el hecho del apocalipsis, la destrucción tanto de Japón como del mundo entero, casi siempre a causa de una guerra nuclear o una amenaza externa, y de cómo los japoneses encaran la reconstrucción posterior. Claros ejemplos de lo indicado serían Akira, Dragonhead o Neon Genesis Evangelion.

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