Oh, catalán, mi catalán (I)
Parafraseando de una manera burda, pero para el caso me vale. Voy a hablar del catalán (cuya enseñanza es uno de los puntos en discusión del Estatut). Ya tenía el gusanillo de sacar este tema, pero se me reavivó cuando me enteré de que esta lengua (cooficial con el castellano, el vasco y el gallego) se puede estudiar en más universidades alemanas que españolas -sin contar a las situadas en territorios de habla catalana-, lo que me pareció chocante. El número también es superior en Reino Unido, EEUU, Italia y Francia. O no queremos agitar el fantasma del federalismo, o tenemos las miras muy cortas, o ambas cosas. Vaya por delante que yo estoy a favor de que el catalán, el vasco y el gallego, como lenguas oficiales que son, puedan estudiarse en toda España, no sólo en sus comunidades de origen, puesto que son patrimonio de todos. Es posible que esta opción enfurezca a nacionalistas furibundos de uno y otro lado. Los españoles, porque no pierden ocasión de atacar a esas tres lenguas y decir que el castellano está desprotegido. Los de las comunidades bilingües, porque precisamente el uso de una lengua diferente al resto, esa excepcionalidad, es uno de sus principales argumentos de cara a la posibilidad de la autodeterminación.
Primero escuché la comparación por un comentario del periodista Josep Ramoneda en la Cadena Ser y después busqué más información para confirmar el dato. Encontré la noticia en Público, pero es muy corta, no abunda en las razones reales que motiven esa enseñanza del catalán en Alemania y para colmo el último párrafo es la opinión personal del redactor. La nota es de febrero del año pasado. Había que buscar más fuentes (en eso consiste, entre otras cosas, el periodismo). Finalmente he hallado tres referencias fechadas el 7 de septiembre, que parecen haber sido el verdadero punto de origen del comentario de Ramoneda -que no puedo rescatar porque ya no se almacena en la fonoteca en línea de la Ser-. Se trata de unos datos dados a conocer en la apertura del curso 2009/2010 del Instituto Ramón Llull (IRL). Se imparten estudios en catalán en 126 universidades, 26 de ellas alemanas, y después figuran los países citados más arriba. También en Croacia, República Checa y Rumanía. Sólo 11 universidades españolas ofertan la docencia en lengua catalana. En la información de Público eran Alcalá de Henares, Granada, UNED, Complutense de Madrid, Murcia, Oviedo, Salamanca, Santiago de Compostela, Vigo, Zaragoza y la Universidad del País Vasco, aparte de las Escuelas Oficiales de Idiomas (EOI) de Madrid y Zaragoza. Esto seguía cojeando por la ausencia de datos fiables.
¿Cómo llegan estas instituciones extranjeras a ofrecer la opción de aprender catalán? Me costó pero la clave la hallé en dos informaciones, una de diciembre y otra de enero. La primera de ellas se titula "El Llull financia a 25 universidades alemanas y sólo a cuatro españolas", en El Mundo. El "sólo" consigue que veamos una práctica condenable: mezcla de información y de opinión -negativa- en el titular. En realidad el texto se dedica a cargar contra el responsable del IRL, Josep Bargalló, y de toda la morralla sólo sacamos un dato en limpio: "(...) Bargalló se mostró molesto por tener que pagar a las universidades del estado para impartir cursos de lengua y cultura catalana". Por fin algo en claro: el IRL debe pagar si quiere que una universidad imparta clases en o de catalán. Él mismo lo explicaba mucho mejor en unas declaraciones recogidas por La Vanguardia el 30 de enero de este año: el IRL paga una media de 12.000 euros a cada universidad extranjera interesada en ofrecer estudios de catalán, y desvela algunos motivos que pueden explicar la presencia de estos estudios en Alemania, Francia, Reino Unido -él comete el error de tomar la parte por el todo y hablar de Inglaterra- y EEUU. Explica que este proceso no se había llevado a cabo con las universidades del resto de España porque desde la Generalitat y el IRL se pensaba (qué ingenuos) que el estado ya se encargaría de hacerlo, al tratarse de una lengua oficial. Obviamente, no ha sido así, de modo que deja caer la posibilidad de que a partir de ahora también se ofrezca a las universidades españolas la subvención para añadir el catalán a sus planes de estudio. ¡Acabáramos! Eso lo explica todo. Que Carod Rovira, por ejemplo, use luego este hecho para hacer política (en unas declaraciones de 2007) ya es harina de otro costal. En la segunda parte, la cerrazón o ceguera mental de los que ven un enemigo en la enseñanza del catalán, y que demuestra que la lengua, según a quien la use y le convenga, puede servir tanto para unir como para separar.
Primero escuché la comparación por un comentario del periodista Josep Ramoneda en la Cadena Ser y después busqué más información para confirmar el dato. Encontré la noticia en Público, pero es muy corta, no abunda en las razones reales que motiven esa enseñanza del catalán en Alemania y para colmo el último párrafo es la opinión personal del redactor. La nota es de febrero del año pasado. Había que buscar más fuentes (en eso consiste, entre otras cosas, el periodismo). Finalmente he hallado tres referencias fechadas el 7 de septiembre, que parecen haber sido el verdadero punto de origen del comentario de Ramoneda -que no puedo rescatar porque ya no se almacena en la fonoteca en línea de la Ser-. Se trata de unos datos dados a conocer en la apertura del curso 2009/2010 del Instituto Ramón Llull (IRL). Se imparten estudios en catalán en 126 universidades, 26 de ellas alemanas, y después figuran los países citados más arriba. También en Croacia, República Checa y Rumanía. Sólo 11 universidades españolas ofertan la docencia en lengua catalana. En la información de Público eran Alcalá de Henares, Granada, UNED, Complutense de Madrid, Murcia, Oviedo, Salamanca, Santiago de Compostela, Vigo, Zaragoza y la Universidad del País Vasco, aparte de las Escuelas Oficiales de Idiomas (EOI) de Madrid y Zaragoza. Esto seguía cojeando por la ausencia de datos fiables.
¿Cómo llegan estas instituciones extranjeras a ofrecer la opción de aprender catalán? Me costó pero la clave la hallé en dos informaciones, una de diciembre y otra de enero. La primera de ellas se titula "El Llull financia a 25 universidades alemanas y sólo a cuatro españolas", en El Mundo. El "sólo" consigue que veamos una práctica condenable: mezcla de información y de opinión -negativa- en el titular. En realidad el texto se dedica a cargar contra el responsable del IRL, Josep Bargalló, y de toda la morralla sólo sacamos un dato en limpio: "(...) Bargalló se mostró molesto por tener que pagar a las universidades del estado para impartir cursos de lengua y cultura catalana". Por fin algo en claro: el IRL debe pagar si quiere que una universidad imparta clases en o de catalán. Él mismo lo explicaba mucho mejor en unas declaraciones recogidas por La Vanguardia el 30 de enero de este año: el IRL paga una media de 12.000 euros a cada universidad extranjera interesada en ofrecer estudios de catalán, y desvela algunos motivos que pueden explicar la presencia de estos estudios en Alemania, Francia, Reino Unido -él comete el error de tomar la parte por el todo y hablar de Inglaterra- y EEUU. Explica que este proceso no se había llevado a cabo con las universidades del resto de España porque desde la Generalitat y el IRL se pensaba (qué ingenuos) que el estado ya se encargaría de hacerlo, al tratarse de una lengua oficial. Obviamente, no ha sido así, de modo que deja caer la posibilidad de que a partir de ahora también se ofrezca a las universidades españolas la subvención para añadir el catalán a sus planes de estudio. ¡Acabáramos! Eso lo explica todo. Que Carod Rovira, por ejemplo, use luego este hecho para hacer política (en unas declaraciones de 2007) ya es harina de otro costal. En la segunda parte, la cerrazón o ceguera mental de los que ven un enemigo en la enseñanza del catalán, y que demuestra que la lengua, según a quien la use y le convenga, puede servir tanto para unir como para separar.
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Un saludo, te seguiré la pista.