En perspectiva: España en el limbo

Ya hace algunos días que el presidente del Gobierno decidió (o le dijeron que decidiera) adelantar al 20 de noviembre la fecha de celebración de las elecciones generales. Ello después de andar repitiendo una y otra vez, hasta pocos días antes del anuncio, que la legislatura se iba a agotar porque era lo más conveniente a los intereses de España, inmersa en el ataque de los llamados "mercados", ese enemigo invisible, a las economías de diversos países de la Zona Euro.

Precisamente el hecho de que con tan pocos días de diferencia desde el PSOE y el Gobierno se hubiera cambiado de idea sobre esta fecha es lo que, en mi opinión, desmonta el posible argumento de que Zapatero vio que se estaba equivocando y que fueron criterios objetivos, sensatos y meditados los que le llevaron a variar la decisión. Y más bien asistimos a una nueva improvisación de este presidente, ya cadáver andante, y de este Gobierno, quizá por presiones del candidato Rubalcaba tras comprobar que el efecto remontada tras su nombramiento como tal no iba a aguantar hasta marzo.

Ahora ya estamos plantados en plena batalla preelectoral, pero el acoso a la economía española no ha cesado, pese a lo cual el todavía presidente se marchó a disfrutar de unas vacaciones que tuvo que interrumpir de forma precipitada. Una vez que el fantasma del rescate parece haberse evaporado de momento -veremos hasta cuándo-, son otros temas los que ocupan la agenda política. Al margen del propagandístico anuncio de Marcelino Iglesias (secretario general del PSOE) de que sus ideas son las más cercanas al movimiento del 15-M y de que barajaban la reforma de la ley electoral y de la Constitución (cuando han tenido siete años para proponer algo semejante), es el eterno y recurrente tema del terrorismo el que ha saltado a la palestra.

El terrorismo que, según las encuestas del CIS, ha dejado de ser una de las principales preocupaciones de los españoles, precisamente por detrás del paro, la situación económica y, oh sorpresa, la propia clase política. Y todo a cuenta de Bildu y del posible final cercano de la actividad armada de ETA. Sin duda es el PSOE el que vende la moto del cercano fin de la banda y es El País quien la compra. El PP se pica y dice que sigue teniendo sospechas de un acuerdo entre Gobierno y ETA para cuando esto ocurra. Y mientras, Bildu se deja ver más con familiares de presos de ETA que con las víctimas de la banda (aunque también lo ha hecho), y entre ese error propio y el hecho de que estén siempre en el punto de mira de PSOE y PP, pues la formación abertzale está de nuevo en el ojo del huracán, siendo el pim-pam-pum. Y ello conduce a PSOE y PP a hacer polémica de lo que sea, con ayuda de los medios como es habitual.

Al margen de posibles errores de posicionamiento desde la propia Bildu, yo puedo intuir claramente que los políticos y medios que están hablando de Bildu y del tan anunciado fin de ETA lo hacen porque realmente no tienen ninguna idea política creíble y seria que vender. El primero de ellos, Rubalcaba. Si Bildu condenara de modo firme las acciones de ETA y acudiera de forma más visible al lado de las víctimas, los argumentos de PSOE y PP caerían por su propio peso. Pero si son los propios colectivos de víctimas de ETA los que rechazan ir a los actos, poco se puede hacer. Hace tiempo que en realidad estas asociaciones se han vuelto agentes políticos, tanto o más que las de familiares de presos.

El otro tema recurrente (el primero es meterse con los independentistas vascos) es el de meterse con los independentistas catalanes. Justo cuando este martes se cumplieron cinco años de la entrada en vigor del Estatuto de Cataluña, que tanta polvareda levantó en su momento. Curiosamente, ahora ya nadie parece acordarse de aquello. Pero claro, quien más podría atacar a Cataluña, que es el PP, no puede hacerlo. Primero porque el PP de Cataluña ha sido clave para que el ejecutivo de Artur Mas (CiU) pudiera aprobar las cuentas presupuestarias, y segundo porque es evidente que si Mariano Rajoy necesita apoyos en noviembre para ser investido presidente del Gobierno, el primer número que va a buscar en la agenda es el de Duran i Lleida.

Y mientras, los ciudadanos, a presenciar el esperpento. No nos queda nada hasta noviembre.

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