Un cambio de Gobierno muerto antes de nacer (II)

Sigamos.

En la remodelación han entrado dos “independientes”, Gabilondo y Sinde (entre comillas porque uno es el hermano de un periodista muy importante y ella tiene unos intereses previos a su entrada en el gabinete), y han salido otros tres: Mercedes Cabrera -que también venía de la universidad-, César Antonio Molina y Bernat Soria. Y a este último es a quien reemplaza Trinidad Jiménez, también por cuestión de imagen. Ella también tiene una fuerte presencia mediática y un fuerte carácter. Ahora bien, ¿cómo hay que tomarse su intención de agilizar la llegada de las ayudas pendientes de la Ley de Dependencia, si incluso puede que ya no quede dinero, y si hay autonomías que llevan meses esperando, con lo que tendría gracia que el dinero viniese justo ahora? Pues yo lo entiendo en clave electoral: como he dicho, en junio hay elecciones europeas, y Trini no ha hecho sino prometer que va a llegar dinero a la gente que lo necesita. O sea, dinero a cambio de votos. Comprar al elector. Acelerar la llegada de las ayudas para que la gente crea “¡Qué bueno es el gobierno!” y así “ayudar” ligeramente a tener las ideas claras a la hora de introducir la papeleta en la urna. Así que seguro que vamos a ver a Trini hasta en la sopa en los próximos dos meses. Puro populismo para decirle a todo el mundo lo que quiere oír.

Elena Salgado tiene un perfil gris. No tiene discurso económico. Parece que la manera en que repartió los 8.000 millones del Fondo Estatal de Inversión Local fue un factor que decidió a Zapatero a escogerla. No creo que tenga tanto mérito: los proyectos a ejecutar ya venían definidos por los Ayuntamientos, el Ministerio de Administraciones Públicas (cuya página web sigue operativa como “Ministerio de Política Territorial”, cambio que no se ha notificado a la opinión pública), ahora con Chaves al frente, sólo ha tenido que soltar el dinero. Curioso lo de Chaves: una vicepresidencia y un ministerio, todo en uno. Cuando en realidad el ex presidente de la Junta de Andalucía sólo se ha quedado con la parcela correspondiente a la financiación de las autonomías. La gestión de los funcionarios ha quedado en manos de De la Vega, según aclara Fernando Garea, el día 9, en “El País”: “A su ya conocida sobrecarga de trabajo se une la gestión de lo que hasta ahora era la Secretaría de Estado para la Administración Pública. De ella dependerá ahora el sueldo de los funcionarios, la aplicación del recién aprobado Estatuto de la Función Pública y la elaboración de la Oferta Pública de Empleo. Asume la Agencia Estatal de Evaluación de las Políticas Públicas y la Calidad de los Servicios, el Instituto Nacional de Administración Pública (INAP) y la Mutualidad General de Funcionarios Civiles del Estado (MUFACE)”.

Chaves, que se hará cargo de la financiación autonómica, tendrá que trabajar codo con codo junto a Salgado. Garea nos vuelve a dar la clave: “(Chaves) suma la negociación de la financiación autonómica, que hasta ahora tenía plenamente Pedro Solbes. Esa nueva competencia tiene dos salvedades para su aplicación. La primera es que la Secretaría General de Financiación Territorial sigue estando dentro del organigrama de Economía y Hacienda, es decir, depende de Elena Salgado. La segunda es que la nueva vicepresidenta segunda preside el Consejo de Política Fiscal y Financiera, que es donde las comunidades aprueban el modelo de financiación”. Así las cosas, ¿no da la impresión de que la cartera de Chaves sobra y lo más sencillo sería que la parcela de la financiación se quedara con Salgado? El ex mandamás andaluz tampoco parece el más indicado para tratar con las autonomías, ya que al menos tres le ven con recelo: Cataluña, Extremadura y Castilla-La Mancha. En el primer caso, se le ve como una persona con óptica centralista; en los otros dos, se debe a enfrentamientos heredados de su labor al frente de la Junta: el trasvase Tajo-Segura y la gestión del Guadalquivir. Una vez más parece que se le quiere en Madrid para desviar el foco del presidente, aparte de sacarlo de una Andalucía donde las encuestas mostraban un desgaste cada vez más vertiginoso. Y encima a un ministerio inventado, que visto desde fuera parece un intento de rescatar la posición central del Estado en un momento en que las competencias a la autonomías están casi todas transferidas. No tiene mucho sentido. A ver cómo remienda el PSOE andaluz el relevo de Chaves, que esa es otra, y si éste sabe ser soldado raso tras haber sido califa.

Volviendo a la nueva responsable de Economía, Salgado parece sin duda una “mujer de paja” (en vez de hombre de), un monigote, una marioneta. Hará lo que Zapatero le diga. Una persona que parece de perfil bajo, y sí, con un muy largo historial en diferentes puestos de la administración, pero siempre en la trastienda, nunca en primer plano, dicen que dura a la hora de negociar, pero dudo de que sea la persona adecuada para tratar estos asuntos en Europa o para trasladar confianza a empresarios e inversores. La marcha de Pedro Solbes, que estaba cantada, se debe sin duda a que era un estorbo para el presidente del Gobierno, que además no agunta bicefalias y quiere para sí todo el protagonismo. Solbes era además un freno para la idea de Zapatero consistente en disparar el gasto público, lo que llevaría a doblar (sería hasta el ocho por ciento) el límite de déficit público que marca la política de convergencia con la Unión Europea. El ex vicepresidente económico también tenía la parcela de la imagen en contra: no puedes dar sensación de dinamismo con el ritmo tan técnico y cansino que Solbes transmitía en cada una de sus apariciones públicas. Curiosamente, en su despedida, estaba alegre, se le entendía con claridad y además no citó a Zapatero, lo que llevó a De la Vega a tener que dar la cara ante la prensa para intentar trasladar que “no pasaba nada”. La marcha de Solbes ha implicado la del secretario de Estado, David Vegara, con veinte años menos que Solbes y Salgado, eterno candidato al puesto, experto en el área tras estar ahí cinco años, y que sí hubiera trasladado una imagen de cambio. Pero ya he dicho que Zapatero quiere una marioneta que siga sus dictados y que no le haga sombra. Será el presidente el que se haga cargo de la Economía. Entre eso y que no ha visto reconocidos sus méritos, era normal que Vegara se marchase de inmediato. Una lástima.

Bastante hasta aquí. Stop hasta la tercera parte.

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