Las nieblas del Madrid

Esta semana el Real Madrid ha tenido enfrente a dos centrales que tuvo opción de adquirir este pasado verano por un precio bastante asequible: Cannavaro, ahora en la Juventus, y Coloccini, del Deportivo. El Madrid ganó a los turineses el martes, pero Cannavaro estuvo rápido y correcto. Ayer sábado Coloccini estuvo sobrio, eficiente y comandó la defensa coruñesa. Al italiano se le descartó por dudas en cuanto a su total recuperación de una reciente operación, y en su lugar el Madrid fichó al inédito y cojo Woodgate, que sí contó con la aprobación de los médicos. No como Milito el año pasado, que ha acabado de titular en el Zaragoza y sin haber vuelto a tener problemas de rodilla, que fue por lo que le descartaron.

Mientras, el Madrid ha vuelto a demostrar que para algunos puestos no tiene suplentes. De hecho hace años que no tiene un banquillo de garantías. Owen lleva dos fracasos seguidos saliendo como titular por Ronaldo. Portillo no aprovecha la oportunidad el día que falta Raúl. Roberto Carlos no tiene suplente y por eso tiene que jugar con gripe. Y es que su supuesto recambio, Raúl Bravo, se vio obligado a ocupar el lateral derecho hasta que se lesionó. Sorprendentemente cumplió ante la Juve, pero no vale para el Madrid, se le busque el puesto que se le busque: es un 'manta'. Michel Salgado tampoco tiene suplente definido: Mejía, Arbeloa, Raúl Bravo, y ayer Palencia cuando salió por la lesión de Bravo, han ido rotando por ese desagradecido rol. Son remiendos, parches. Palencia o Arbeloa podrían valer, pero están muy 'verdes'. El salto de Segunda B a Primera es enorme y la política de cantera de los últimos años ha sido calamitosa. El equipo blanco no ha dado minutos a sus canteranos, ni en el primer equipo ni por el viejo método de las cesiones. En el mercado invernal equipos como el Getafe pidieron las cesiones de Juanfran, Arbeloa, Soldado... Pero la prioridad de quien lleva la cantera blanca pasó del objetivo de formar jugadores: ahora la prioridad resulta ser el ascenso a Segunda A. ¿Para qué, para bajar otra vez al año siguiente? Pan para hoy y hambre para mañana, y para los chavales un año de posible progresión tirado a la basura.

Fuera los acomodados y dentro los audaces. El equipo merengue necesita gente con hambre, con sed de triunfo, con ganas de comerse al que tengan delante, justo lo que representa la apuesta del Barcelona. Ahora el Real Madrid opta a lo mismo que los últimos años: un sólo título con el que intentar salvar la temporada, y eso si lo consigue. Triste para un equipo que dice aspirar a ganarlo todo. Se acabó la flor, el efecto balsámico. Vuelve la rutina.

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