Las fiestas de los grandes almacenes

Escribo esta entrada inspirado por el siguiente tuiteo: "Los tweets de amor por Twitter son como las cartas de amor que imprimen los periódicos los 14 de Febrero: Insufribles". Francamente, yo desconocía que los periódicos sacaran cartas de amor. Lo más que recuerdo es haberlas visto, rondando estas fechas, en los periódicos universitarios, cuando me estaba sacando la carrera. Pero sí es cierto que este mensaje en la red social de los 140 caracteres me sirve de inspiración para escribir contra las fiestas patrocinadas de los comercios y los grandes almacenes. Que bueno, como ustedes sabrán ha llegado a haber tres cadenas importantes de grandes almacenes en España y ya sólo queda una, así que queda muy gracioso cuando el día de inicio de las rebajas los informativos de televisión graban "en la entrada de unos grandes almacenes" (que todos sabemos cuáles son) a las señoras entrando en tropel para lograr la mejor ganga, y nos lo venden como noticia de apertura.

Y si hay algo en lo que tiendas de todas las características, grandes superficies, grandes almacenes y centros comerciales suelen coincidir es en intentar seducir al consumidor, eso por supuesto, como nos contaba el pasado sábado "La Noche Temática" de La 2 de TVE. Pero, al menos por estos lares, se tiende a concentrar ese esfuerzo en unas fechas determinadas de cada año, bien ya existentes o bien inventadas por ellos, desde luego escogidas y exprimidas a conciencia: San Valentín (en la que me centraré), Día del Padre, Día de la Madre, Navidad y Reyes Magos. Yo aún hago regalos a ciertas personas por Navidad, pero son casos muy concretos. Como el de una amiga española residente en Estados Unidos a la que le mando dulces típicos de dichas fechas porque allí no los puede encontrar, por ejemplo.

Reduzcamos nuestro punto de mira a la onomástica comercial de dentro de una semana: San Valentín. No me queda muy claro si es o no una costumbre importada del otro lado del Atlántico, pero desde luego esta especie invasora se ha adaptado a nuestro ecosistema a las mil maravillas. Hasta le dedicamos dos películas, "El día de los enamorados" (1959) y "Vuelve San Valentín" (1962), mucho mejor la primera, por cierto. Las cosas han cambiado una enormidad desde entonces. Si bien aún hay intentos para resucitar las cartas de amor en papel, por parte de ayuntamientos o iniciativas privadas, esta práctica, que yo llegué a perpetrar con resultados desastrosos, ha ido perdiendo adeptos. En el instituto donde yo estudié tampoco era raro que los amigos te escribieran alguna carta falsa o de cachondeo para esa fecha (llena de faltas de ortografía o de guarradas). El año pasado la web de RTVE organizó una especie de "concurso" por San Valentín del que me acabo de enterar (ver este vídeo y relacionados) buscando referencias para esta entrada. Me pregunto si volverán a las andadas. Ahora parece que se ha vuelto más habitual hacer declaraciones amorosas por correo electrónico, SMS, y desde luego Facebook y/o Twitter, como hemos visto al principio. Rupturas también, por supuesto.

Pero sin duda quienes más provecho tratan de sacar de ésta y otras festividades, antaño religiosas, hoy plagadas de consumismo y azucaradas hasta decir basta, son los comercios, insistimos. Seguramente a partir de este lunes iremos viendo cómo se engalanan escaparates, se lanzan promociones y se anuncian ropa, joyas y demás complementos en prensa, radio y televisión con la excusa del día 14 para que todos y todas nos lancemos a gastar como locos. Internet, claro, no se librará de la vorágine. El País Semanal, que yo haya visto, ya comenzó la fiebre este domingo, con un artículo sobre cómo debían las mujeres estar guapas para ese día tan señalado. Si quieren, podemos decir que el planteamiento es machista, ya que no hay otro artículo de similar contenido destinado al lector masculino. Por lo menos se salva, creo yo, a pesar de que la excusa sea San Valentín, el reportaje que dedican a hablar de la historia de cómo se conocieron tres parejas. Las tres heterosexuales, por cierto. Igual no quiere decir nada, porque esta misma revista ya ha sacado antes historias de parejas homosexuales, pero vete a saber. Quiero pensar que ha sido mera casualidad.

Es curioso que hayamos adoptado la costumbre estadounidense y no la japonesa, que consiste en que el 14 de febrero las chicas regalan chocolate oscuro a los chicos, que deben corresponder con chocolate blanco un mes más tarde, el 14 de marzo. Lo pueden leer aquí y aquí. En todo caso, si una tradición me parece bonita de verdad es la del Día o Diada de Sant Jordi, regalando un libro y una rosa. Lo habitual era que el chico regalaba la rosa y la chica el libro, pero al parecer ya se están dando ambas cosas y entre los dos componentes de la pareja (aparte de igualitario, más que justificado si encima los dos son del mismo sexo). Mejor: negocio doble para libreros y floristas (je). Yo al menos sí le mando desde hace algunos años un libro como regalo a una amiga que tengo en tierras catalanas. Coincide que el 23 de abril, Día del Libro (y del Derecho de Autor), es mi santo. La única festividad de tipo religioso que me permito celebrar.

Pero, desde luego, San Valentín nunca más. He llegado a la conclusión de que no es de recibo festejar un solo día al año (o dos, si te acuerdas del aniversario) tu compromiso de camino en común con otra persona. En justicia, esa decisión compartida debe ser celebrada y renovada todos los días. No es un contrato a cumplir solo "en horario de oficina", por así decirlo, para luego poder echarte a la bartola. Cuando tenga pareja espero acordarme y poner en valor lo que acabo de escribir. Como se suele decir en las tomas de posesión: "si así lo hiciere que el pueblo me lo premie, y si no me lo demande".

Audio: "Busco algo barato", Ana Torroja.

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