El muro

Hay gente así. Sin que yo conozca ningún caso en concreto. Yo reúno algunas características del tipo de persona que voy a describir, pero solo algunas. Lo más difícil puede ser reconocerlas y admitirlas. Gente que se preocupa por los demás pero que luego no quiere que te preocupes por ellos. Gente que sólo te cuenta cuando está bien y que se lo calla cuando está mal. Gente que o bien es fuerte o se quiere hacer la fuerte. Gente que levanta ante si un muro. Todos tenemos una coraza, una especie de especie vital, que usamos para protegernos y que no nos hagan daño, o que nos hagan menos. Esa barrera no siempre funciona. Pero la de algunos es más alta y más gruesa que la de otros. Incluso hay gente que se preocupa más por los demás que por si mismos, lo que puede llegar a ser peligroso. Las personas no venimos con manual de instrucciones. Las redes sociales, que no siempre muestran cómo es de verdad una persona, sino que solo muestran algunas de sus facetas, tampoco vienen con manual de instrucciones. Un manual de uso, de socialización y de comportamiento para relacionarnos con los demás en esas plataformas. Gente con dobles perfiles o que no se comporta igual delante de la pantalla del ordenador que en la vida real. Pero me ceñiré a esas personas, que las hay, que no quieren admitir que están tristes, preocupados o han tenido un mal día, no te lo cuentan y se lo guardan. Siempre te dan su mejor cara, pero sus problemas jamás te los cuentan. Si yo tengo un problema anímame, sí, pero si tú lo tienes, admítelo, dímelo y deja que te anime. No hagas como que estás bien, te lo guardes y te tragues los sapos. Si te guardas lo malo siempre, y no se lo cuentas a nadie, eso puede acabar transformándose en una pesadísima nube negra, que va creciendo y se va acumulando. Todo por no contar más que lo bueno de cara a los demás, no querer contarle a nadie lo malo y querer aparentar una falsa fortaleza ante los demás. Hay gente así. Y ante la familia y los amigos, reconocer tus debilidades, reconocer que tienes un mal día y dejar que venga un amigo y te intente levantar el ánimo, no es malo. Eres humano, no una máquina. Tu familia desde luego, pero tus amigos están para los buenos momentos... pero sobre todo para los malos. Y comprueba, revelándoles tus malos momentos, cuántos de tus supuestos amigos en las redes sociales lo son de verdad. Quiénes, cuando haga falta, se preocupan de verdad por ti. ¿Podrías dar una cifra aproximada de cuántas personas estás seguro o segura de que jamás te van a fallar? ¿Los podrías contar con los dedos de las manos? Espero que nunca tengas que necesitar ayuda en un mal día, pero por si acaso haz la prueba. Derriba tu propio muro. No te limites a ayudar y animar a los demás, aunque eso te haga feliz. Déjate ayudar y animar tú también. No hagas como que nunca te pasa nada. O la nube negra sobre tu cabeza crecerá y crecerá, y su peso te aplastará.

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