¿Qué hacer después?

Perder a un ser querido es complicado. Si como el cura que ofició la misa funeral dijo, esta persona era una “profeta de la esperanza y de la alegría”, más aún, porque tal como está el mundo, andamos necesitados de personas optimistas a nuestro alrededor, que siempre tengan para ti una sonrisa y una palabra amable. Si quien se va es una de esas personas, el golpe es mucho mayor. Te pones a pensar que querrías haberle dicho más a menudo cuánto la apreciabas, y haber pasado más tiempo con ella. Pero nunca pudiste imaginar que tu amiga se iba a marchar de repente, sin avisar. Que el destino nos la arrebataría sin darle tiempo siquiera a despedirse.

Y te surge otra incógnita, que queda en la sombra. ¿Qué hacer con el rastro que esa persona ha dejado al fallecer? La hipoteca, la casa, los contratos de luz, agua y gas, la ropa, todas las posesiones materiales... Mucho papeleo, que probablemente solo contribuye a alargar el dolor de forma innecesaria. Pero en nuestros días hay algo llamado redes sociales. ¿Qué hacer si la persona que nos ha dejado tenía perfiles digitales? ¿Hay que anularlos? ¿Cómo? El periodismo malagueño ha perdido en los últimos meses a un periodista del Diario Sur, a una redactora de El Mundo y, ahora, a la persona sobre la que pivota este texto, una presentadora y reportera de Málaga TV. Los tres tenían perfil en Twitter y, a día de hoy, lo conservan. La última, de Facebook. Y en este caso el muro de su página en esta red social se ha convertido en un singular homenaje a su memoria. En un muy particular libro de condolencias, con textos donde sus amigos la recuerdan con cariño, citando anécdotas sobre ella y vivencias compartidas a lo largo de los años por quien pudo disfrutar de su compañía y amistad, así como fotografías. Asimismo, la prensa local le ha dedicado sentidos obituarios y artículos de opinión. Fue generosa hasta el final: sus órganos fueron donados, llegando a cinco receptores. Entre ellos, el corazón, que sigue latiendo. Por tanto, no se ha ido del todo.

Hay diversas opciones sobre qué hacer, podemos verlo aquí o aquí. Me pregunto qué decidirá la familia. Yo, que no soy nadie, propongo que al menos el perfil de Facebook se conserve, para que no olvidemos a esta persona (por más que nunca la olvidaremos aunque el perfil se cerrase) y podamos seguir diciendo cosas bonitas de ella, y compartiendo todo lo bueno que nos dejó, pensando en que, en el cielo o en alguna realidad paralela, las estará leyendo. Y para que quien no la conociera sepa qué buena y genial persona era. Como digo, perder a alguien que transmitía felicidad a su paso es muy duro. No se puede decir que abunden. Alguien podría recopilar las fotos y los mensajes y hacer un libro con ello, quién sabe. Lo que está claro es que todos dejaremos un rastro físico y virtual al abandonar este mundo. La huella del ángel que nos dejó este pasado martes 8 es enorme y, pase lo que pase, imborrable. Un beso, Olga.

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