Andalucía y Cataluña, territorios pendientes del PP

La valoración ciudadana de Mariano Rajoy ha mejorado tras la celebración del congreso de Valencia, ayudado por la crisis económica, pero sigue habiendo dentro del PP comportamientos que en unos hipotéticos comicios le alejarían de la Moncloa, en concreto en lo que podríamos calificar de sus "autonomías malditas", Andalucía y Cataluña. De vez en cuando les da por mear fuera del tiesto cuando de estas dos comunidades se trata, lo que desbarata todos los esfuerzos que otros hacen por remediar la situación del partido en ambas regiones.

Así, la nueva secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, volvió ayer a menospreciar a Andalucía, al sostener que con su partido los andaluces "ya no tendrán" que emigrar. Hace tiempo que dejamos de hacerlo, por si no se ha enterado, para pasar nosotros a recibir población inmigrante. Reproduciendo íntegramente un párrafo del artículo publicado en El País: "De Cospedal borró de un plumazo la inmigración que ahora recibe la comunidad y la alta creación de empresas registrada en la última década. No es la primera vez que un dirigente popular confunde estadísticas con una patente falta de rigor".

El periodista recuerda que la europarlamentaria popular Ana Mato aseguró el pasado marzo que "los niños andaluces son prácticamente analfabetos". Cospedal, además, se sumó a lo declarado por Javier Arenas el día anterior, aludiendo a lo que llaman "el régimen de Chaves", por la prolongada presencia del presidente del PSOE al frente de la Junta, cuando el único pecado de Manuel Chaves es haber ganado las elecciones, es decir, haber obtenido repetidamente el respaldo en votos de los andaluces, de forma totalmente legítima. Los tiempos del caciquismo y el pucherazo han quedado atrás.

Eso, por lo que respecta a Andalucía. En Cataluña, el resumen es mucho más sencillo. Que desde Génova no se deje decidir a los militantes del partido en Cataluña quién va a presidir la formación es un claro ejemplo de la falta de democracia interna del PP, al que sin embargo se le suele llenar la boca con la palabra "democracia". Alicia Sánchez Camacho, la designada desde Madrid, no sólo es la autora de la ponencia que provocó la marcha de María San Gil, sino que en las últimas elecciones generales no obtuvo ningún escaño por la provincia de Girona, donde se presentaba. Daniel Sirera seguirá al frente del grupo parlamentario en la Generalitat, pero, ¿con qué nivel de autoridad? Alberto Fernández Díaz, que ante todo quería ponerle la zancadilla a Sirera, logra su propósito y además coloca a Jordi Cornet como secretario general, lo que le deja como vencedor moral de la contienda.

Esta mañana se han reunido en un hotel de Barcelona Fernández Díaz, Ana Mato, vicesecretaria de organización del PP; el todavía presidente del PP catalán, Daniel Sirera, y la senadora Alicia Sánchez Camacho. No estaba Montserrat Nebreda que, empeñada en dotar de democracia el proceso, parece que plantará cara a Sánchez Camacho y mantendrá su candidatura. La solución adoptada es una rectificación sobre la decisión de nombrar a Sirera hace sólo unos meses, lo que es como admitir que fue un error, y además esta elección impuesta no garantiza la pacificación interna. El plato más amargo es, sin embargo, para los votantes y militantes de base del PP en Cataluña, que si ya estaban desanimados tras los desastrosos resultados del 9 de marzo, al ver que se les impone la candidata a la presidencia pueden huir en desbandada la próxima vez que haya que acudir a las urnas, como castigo. Y así nunca sacarán buenos resultados en esta región, como tampoco, por lo antes referido, en Andalucía, territorios clave si se quiere aspirar a la presidencia del Gobierno.

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