Adiós, PSOE, adiós

Dos palabras para definir lo ocurrido: "Pensionazo" (se admite la variante en femenino) o también "Zapaterazo".

Algunos de los slogans empleados por el PSOE en sus carteles para las generales de 2008: "Soñar con los pies en la tierra", "La octava potencia económica, los primeros en derechos sociales", "Por el pleno empleo", "Porque lo estamos consiguiendo", "Ahora que avanzamos, por qué retroceder" o "Podemos llegar tan lejos como queramos". Todos se pueden ver aquí. Aunque ahora les pega más alguno de estos:




























Pocas veces una medida o propuesta gubernamental ha puesto tan de acuerdo a todo el mundo... en su contra. Rechazo casi unánime. Reforma y recorte de las pensiones al alargar los años que se toman para la base de cálculo, recorte del gasto sin prescindir de ningún ministerio y retraso de la edad de jubilación tras negar "radicalmente" que se haría, lo que se puede entender como reforma laboral encubierta. Justo lo que el PSOE y el Gobierno dijeron que no iban a hacer (donde dije digo) porque era "de derechas" y no iban a "traicionar" ni "dar la espalda" al trabajador. Olvidando sus propias palabras de hace unos meses: "No aceptaremos ningún chantaje para abaratar el despido. Ni atenderemos a los cantos de sirena que piden recortar el gasto" (Zapatero, en la presentación de la campaña para las Europeas). Que eso es lo peor, no que proponga cosas, sino que el Gobierno se contradiga tan gravemente a sí mismo. Para disgusto de los sindicatos en pleno proceso de renegociación del pacto social. Baste decir que tan solo la CEOE y el futuro comisario económico, Joaquín Almunia, han aplaudido abiertamente la medida.

Sin hablar con nadie. Con todos los agentes implicados y buena parte del gabinete enterándose por la prensa, lo que demuestra la unilateralidad -el personalismo- de la medida. Sin llevarlo primero a la comisión del Pacto de Toledo antes de aprobar nada en Consejo de Ministros, y que ha sido en realidad el único motivo de queja del PP, un gesto que ya nos lo dice todo, porque es casi -o sin el casi- lo mismo que ellos proponían. En un claro giro, pues, a la derecha, lo que convierte al PSOE en el PPSOE, por si había pocas dudas tras las propuestas del ejecutivo en materia de padrón e inmigración. Si había que tomar estas medidas, ¿por qué no se hizo desde el principio? ¿Por qué no ha dimitido ya el ministro de Trabajo? ¿Y todo el equipo económico de La Moncloa y del Gobierno, que a la luz de este giro de 180º grados llevaba un rumbo equivocado, o lo lleva ahora? ¿Qué era lo adecuado, antes estimular y ahora deprimir? ¿Se puede improvisar más? Sí: diciendo que quieren elevar la edad mínima de las prejubilaciones a los 58 años cuando ellos mismos se cargaron a miles de trabajadores válidos de RTVE que tenían de 52 para arriba.

Una buena muestra de las repercusiones, extraída de la portada de El Mundo de este sábado:

Las peores rebajas de enero. Los jubilados cobrarán menos al ampliarse el número de años cotizados necesarios para calcular la pensión. Los autónomos, pobrecitos míos, que ya lo pasan bastante mal, cotizarán más, para evitar que se acojan a la cotización mínima, o sea, encima no quieren que les toque más prestación por desempleo, deduzco con mis escasos conocimientos de economía. Las viudas y viudos con matrimonios cortos y sin hijos no tendrán pensión vitalicia. O sea que, seamos macabros, se tendrán que volver a casar y esperar que el nuevo cónyuge les aguante más que el anterior. Habrá huérfanos sin pensión en caso de que convivan bajo la tutela de otras familias. Se reducirá el importe de las pensiones que cubren la incapacidad para trabajar, pero que se compaginan con algún tipo de actividad. Algunos tendrán que volver a trabajar.

¿Y por qué no hacemos nada por reducir o revisar las bajas por absentismo laboral o por depresión? Claro, faltan inspectores. Sobran altos cargos pero no hay bemoles para reducirlos. ¿Por qué no reformamos los horarios laborales, o nuestros hábitos horarios, para mejorar la conciliación, o incentivamos el trabajo por turnos para eliminar la, en algunos casos, abusiva práctica de las horas extra? ¿Por qué nadie se fije en los numerosos liberados sindicales, que mientras lo sean se le podría dar su puesto de trabajo a otra persona? ¿Por qué el Gobierno lanza el globo sonda de recortar el sueldo a los controladores aéreos, cuando si eliminase el Concordato y otros acuerdos con la Santa Sede nos podríamos ahorrar los 6.000 millones que recibe cada año? O reduciendo los sueldos de los altos cargos. Otra opción para recaudar los 50.000 millones que el Gobierno espera sacar del recorte de gasto sería no haber sacado el FROB, que tenía una dotación inicial de 9.000 millones y al que la Comisión Europea acaba de dar el visto bueno siete meses después de aprobarlo el Consejo de Ministros. O gravar las SICAV y las SIMCAV, que por ejemplo emplea la Iglesia para sus inversiones. O eliminando a alguno de los 409 altos cargos nombrados por el Gobierno. No, qué va, nada de todo eso.

Y encima tenemos, el jueves, la pirámide de edad del INE que concluía que en 2049 la población menor de 16 años y mayor de 64 será equivalente a la que está en edad de trabajar, más la caída en un 41% del superávit de la Seguridad Social. Este viernes se publica la EPA con más de 4,3 millones de desempleados y se anuncia el déficit público disparado al 11,4% del PIB cuando venía de un superávit del 1,9%. Todas ellas cifras muy negativas y que ciernen una nube de pesimismo sobre el futuro. Un panorama desalentador. Con todos esos datos sobre la mesa, el Gobierno lanza esta propuesta. No puede ser casualidad.

¿Ampliar la edad laboral de 65 a 67 años? ¿Y cuándo y dónde trabajarán los jóvenes? Si el problema es la baja natalidad, ¿por qué no se crean políticas para animar a la gente a tener hijos -por favor, no confundir con el cheque bebé-? Sancionando de verdad a las empresas que despiden o que no contratan embarazadas y premiando a aquellas que hagan por mejorar la conciliación o pongan guarderías para sus empleados, como en Suecia o Finlandia. Si el problema es que se vacía la caja de la Seguridad Social, ¿por qué no intentar reducir las listas del paro, que es lo verdaderamente urgente, lo que de rebote supondría que aumentaría el número de afiliados en la Seguridad Social y con ello las cotizaciones? ¿Por qué no bajar los impuestos en vez de subirlos para estimular el consumo?

Y decía el Gobierno que nuestra crisis nacional, además de tardar en admitir que existía, era reflejo de la existente a nivel internacional. Y que nos recuperaríamos cuando las grandes economías del entorno volvieran a números positivos. Francia, Alemania, Italia y Reino Unido ya lo han hecho y nosotros seguiremos en recesión, según las previsiones del FMI. Zapatero, aunque pediste confianza en Davos, ¿no te diste cuenta de que te sentaron con Grecia y Letonia? ¿Que os pusieron juntos a todos los repetidores de la clase?

¿No es hora de que el Gobierno deje de echarle la culpa a la oposición, a la prensa extranjera (The Economist, Financial Times) y a los organismos internacionales? Pues resulta que para responder a estos dos últimos sujetos, no se le ocurre mejor cosa que adoptar fórmulas claramente de derechas. Todo ello planteado por un partido, en palabras de Gaspar Llamazares, y las suscribo, que "se dice de izquierdas". De izquierdas, y unas narices. Como el tornasol que pasa de rosado a azul (en política, que pase de azul a rosado es poco menos que imposible).

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