"Typical Spanish"
Seguimos con los toros a cuestas, que sí, que no, y tras un par de días de receso, que no de descanso, me pongo con un tema sugerido en uno de los comentarios de una entrada anterior. Que consistía en que, junto con los toros, incluyese la crítica a otras cosas típicamente españolas, como el tópico de paella, sangría, toros y pandereta que siempre tienen instalado los "guiris", o bien les instalamos nosotros. Si uno se deja caer por Málaga en las tiendas cercanas al Museo Picasso se encontrará con muchas referencias al toro, quizá demasiadas. Y muchas figuritas de toreros y flamencas. Lo peor son los sombreros mexicanos. Por lo visto hasta hace poco eran una plaga en Barcelona, sin ir más lejos. Si los estadounidenses piensan que España está en México, encima no confirmemos sus sospechas. Célebre fue ese episodio de la serie "McGyver" con unos terroristas de ETA que eran cualquier cosa menos vascos. Tienen que reflexionar muy mucho los touroperadores turísticos, y también los organismos oficiales, acerca de qué imagen quieren vender de España en el extranjero para atraer qué turistas.
Con la polémica aún encendida, la plaza de toros Monumental de Barcelona ha aparecido como uno de los lugares destacados en la transmisión de los dos días de la maratón de los Europeos de atletismo que hasta hoy domingo se celebran en la Ciudad Condal. ¿El responsable de la transmisión es aficionado a los toros o quería poner de relieve el atractivo arquitectónico del edificio? Vistos los planos que se nos han ofrecido, incidiendo en los remates de la parte superior o en el azulejado, me inclino a pensar esto último. Es un edificio bellísimo y debe ser conservado, como el también barcelonés coso de Las Arenas, que se está transformando en centro comercial pero respetando su aspecto externo.
Como digo, las instituciones deben velar por la imagen que trasladan de cara al exterior. Resulta pues sorprendente lo que el diario ABC llevaba en portada este viernes: "Barcelona usa la Fiesta de gancho turístico. 'Toros, paella, flamenco y sangría', reclamos del plan de la Ciudad Condal para atraer visitantes hasta 2015". Con la prohibición en portada de medios franceses, británicos o alemanes, no sólo no resulta inteligente que el Ayuntamiento de Barcelona mantenga estos elementos como parte de su promoción turística. Además es que no se entiende que con la cantidad de atractivos que presenta Barcelona (ver 'Videos from Barcelona' para hacerse una idea), sean éstos los "leit motiv" con que vender la ciudad.
Creo que Barcelona no se distingue por ninguna de esas cuatro cosas arriba citadas, sólo quizá salvaría el flamenco si resulta que la ciudad alberga algún tablado de postín. Ya no es que estés engañando al turista prometiendo algo que no encontrará (o que no debe encontrar). Es que estás vendiendo un producto que sólo atraerá turismo joven, barato, de mala calidad, que no dejará casi dinero en la ciudad y que sólo viene en busca de juerga. Es decir, el combinado "alcohol + sexo fácil" que venden por ejemplo algunas agencias del Reino Unido y creo que de Alemania para las costas catalana y valenciana. Infame propaganda que las autoridades locales cometerían un grave error estimulando. Yo, para ir a Barcelona, voy a ver Gaudí, Puig i Cadafalch, Domènech i Montaner, Picasso (malagueño que residió en Barcelona), Miró... Créanme que no me voy a ir de copas. Pero si por desgracia sus responsables turísticos me quieren vender otra cosa... No me gusta lo "typical Spanish", lo siento, y creo que quien venda ese tópico debería dejar de hacerlo. Aunque sea por salud mental. ¿Quién se va a creer que intentamos ser un país moderno?
Otro tema vinculado por el que yo pasé de puntillas en la primera entrada sobre este tema era el de los 'correbous' y similares. Se dan tanto en la Comunidad Valenciana como en Cataluña, se justifican diciendo que el toro no muere, suponen un atractivo turístico de cierta relevancia y son "festejos" muy arraigados en las poblaciones donde se celebran, de hecho tienen el calificativo de "tradición", aunque no diría yo tanto. Recordemos que en este país tenemos tradiciones como tirar pavos y cabras de campanarios. Según parece, hace tiempo, los niños se entretenían atando ristras de latas a las colas de los perros. Todo muy divertido. Eso de llamar "tradición" a todo conlleva un serio riesgo. Volviendo a los 'correbous', en el caso catalán, quitarlos podría restar muchos votos a las formaciones responsables, según se dice. En todo caso, lleva cierta razón, por no decir bastante o mucha, quien dice que es hipócrita el comportamiento de las fuerzas políticas que, votando a favor de la ILP que pedía la supresión de las corridas de toros, al mismo tiempo protegen o amparan las otras prácticas, también denigrantes para el toro. Por supuesto, que el diario El Mundo lleve eso a su portada, también la del viernes, demuestra igualmente, por parte de este medio, animadversión manifiesta hacia las fuerzas independentistas catalanas, otro poco de hipocresía y un bastante de demagogia. La receta habitual de este medio impreso, por otro lado.
No se puede obviar la cuestión de que, estés a favor o en contra de las corridas de toros, hay un componente ineludible en la polémica, como ya he mencionado durante la semana. El globo engorda por el simple hecho de que la polémica procede de Cataluña o ha sido aprobada allí. A algunos nombrarles Cataluña es peor que mentarles al diablo con tridente y rabo. Capaces son de echarte un exorcismo, seguro. Y es que de hecho esta prohibición ha alentado de nuevo los ánimos contra... los productos catalanes, tal como contaba La Opinión de Málaga. Viendo cosas así, uno entiende que los catalanes no quieran convivir con semejante panda de descerebrados, que está claro que no les quieren ni en pintura. Se podría aplicar una frase del estilo: "pues si no nos quieren, nos vamos", y no les faltaría razón. A mí también me horroriza compartir patio de vecinos con según qué individuos. O sea, no quieren a Cataluña pero al mismo tiempo les ponen a caldo porque muchos catalanes quieren independizarse. Pues no lo entiendo. Apliquemos aquí ésta otra frase: "ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio".
Los ataques a Cataluña no sólo proceden de dentro de las fronteras españolas. El semanario británico The Economist se ha descolgado en su último número con una espectacular diatriba en contra de esta región, a la que califica de "tierra de prohibición". Me pregunto cómo se habrán documentado para eso. Dicen por error que allí se ha ilegalizado el burka, cuando el Parlamento catalán votó precisamente al contrario, aunque hubiera que repetir la votación. Es una publicación de tinte claramente conservador y neoliberal, de modo que los protaurinos y de derechas en España deben de ser los más satisfechos con la publicación de semejante discurso incendiario, nada propio de un semanario que se las da de serio y formal. Serán los calores del verano. "Los catalanes le están cogiendo el gusto a prohibir cualquier cosa que les fastidie", afirma la publicación. Pues no sé si habría que prohibir los ingleses borrachos... ¿O acaso les fastidia que ahora ya no van a poder usar a los toros tanto como hasta ahora para hacer chistes sobre los españoles? De paso critican a Zapatero por su inestabilidad parlamentaria, que puede depender precisamente de los partidos independentistas y/o soberanistas catalanes. Esto sí es más habitual.
Aún escribiré otra entrada hoy, sobre algunas reacciones que ha suscitado la prohibición. Por ejemplo en cierto periódico que sigue perdiendo prestigio a cada día que pasa: El País. Por bipartidista, por sesgado y por tendencioso. Y ya son muchas veces.
Con la polémica aún encendida, la plaza de toros Monumental de Barcelona ha aparecido como uno de los lugares destacados en la transmisión de los dos días de la maratón de los Europeos de atletismo que hasta hoy domingo se celebran en la Ciudad Condal. ¿El responsable de la transmisión es aficionado a los toros o quería poner de relieve el atractivo arquitectónico del edificio? Vistos los planos que se nos han ofrecido, incidiendo en los remates de la parte superior o en el azulejado, me inclino a pensar esto último. Es un edificio bellísimo y debe ser conservado, como el también barcelonés coso de Las Arenas, que se está transformando en centro comercial pero respetando su aspecto externo.
Como digo, las instituciones deben velar por la imagen que trasladan de cara al exterior. Resulta pues sorprendente lo que el diario ABC llevaba en portada este viernes: "Barcelona usa la Fiesta de gancho turístico. 'Toros, paella, flamenco y sangría', reclamos del plan de la Ciudad Condal para atraer visitantes hasta 2015". Con la prohibición en portada de medios franceses, británicos o alemanes, no sólo no resulta inteligente que el Ayuntamiento de Barcelona mantenga estos elementos como parte de su promoción turística. Además es que no se entiende que con la cantidad de atractivos que presenta Barcelona (ver 'Videos from Barcelona' para hacerse una idea), sean éstos los "leit motiv" con que vender la ciudad.
Creo que Barcelona no se distingue por ninguna de esas cuatro cosas arriba citadas, sólo quizá salvaría el flamenco si resulta que la ciudad alberga algún tablado de postín. Ya no es que estés engañando al turista prometiendo algo que no encontrará (o que no debe encontrar). Es que estás vendiendo un producto que sólo atraerá turismo joven, barato, de mala calidad, que no dejará casi dinero en la ciudad y que sólo viene en busca de juerga. Es decir, el combinado "alcohol + sexo fácil" que venden por ejemplo algunas agencias del Reino Unido y creo que de Alemania para las costas catalana y valenciana. Infame propaganda que las autoridades locales cometerían un grave error estimulando. Yo, para ir a Barcelona, voy a ver Gaudí, Puig i Cadafalch, Domènech i Montaner, Picasso (malagueño que residió en Barcelona), Miró... Créanme que no me voy a ir de copas. Pero si por desgracia sus responsables turísticos me quieren vender otra cosa... No me gusta lo "typical Spanish", lo siento, y creo que quien venda ese tópico debería dejar de hacerlo. Aunque sea por salud mental. ¿Quién se va a creer que intentamos ser un país moderno?
Otro tema vinculado por el que yo pasé de puntillas en la primera entrada sobre este tema era el de los 'correbous' y similares. Se dan tanto en la Comunidad Valenciana como en Cataluña, se justifican diciendo que el toro no muere, suponen un atractivo turístico de cierta relevancia y son "festejos" muy arraigados en las poblaciones donde se celebran, de hecho tienen el calificativo de "tradición", aunque no diría yo tanto. Recordemos que en este país tenemos tradiciones como tirar pavos y cabras de campanarios. Según parece, hace tiempo, los niños se entretenían atando ristras de latas a las colas de los perros. Todo muy divertido. Eso de llamar "tradición" a todo conlleva un serio riesgo. Volviendo a los 'correbous', en el caso catalán, quitarlos podría restar muchos votos a las formaciones responsables, según se dice. En todo caso, lleva cierta razón, por no decir bastante o mucha, quien dice que es hipócrita el comportamiento de las fuerzas políticas que, votando a favor de la ILP que pedía la supresión de las corridas de toros, al mismo tiempo protegen o amparan las otras prácticas, también denigrantes para el toro. Por supuesto, que el diario El Mundo lleve eso a su portada, también la del viernes, demuestra igualmente, por parte de este medio, animadversión manifiesta hacia las fuerzas independentistas catalanas, otro poco de hipocresía y un bastante de demagogia. La receta habitual de este medio impreso, por otro lado.
No se puede obviar la cuestión de que, estés a favor o en contra de las corridas de toros, hay un componente ineludible en la polémica, como ya he mencionado durante la semana. El globo engorda por el simple hecho de que la polémica procede de Cataluña o ha sido aprobada allí. A algunos nombrarles Cataluña es peor que mentarles al diablo con tridente y rabo. Capaces son de echarte un exorcismo, seguro. Y es que de hecho esta prohibición ha alentado de nuevo los ánimos contra... los productos catalanes, tal como contaba La Opinión de Málaga. Viendo cosas así, uno entiende que los catalanes no quieran convivir con semejante panda de descerebrados, que está claro que no les quieren ni en pintura. Se podría aplicar una frase del estilo: "pues si no nos quieren, nos vamos", y no les faltaría razón. A mí también me horroriza compartir patio de vecinos con según qué individuos. O sea, no quieren a Cataluña pero al mismo tiempo les ponen a caldo porque muchos catalanes quieren independizarse. Pues no lo entiendo. Apliquemos aquí ésta otra frase: "ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio".
Los ataques a Cataluña no sólo proceden de dentro de las fronteras españolas. El semanario británico The Economist se ha descolgado en su último número con una espectacular diatriba en contra de esta región, a la que califica de "tierra de prohibición". Me pregunto cómo se habrán documentado para eso. Dicen por error que allí se ha ilegalizado el burka, cuando el Parlamento catalán votó precisamente al contrario, aunque hubiera que repetir la votación. Es una publicación de tinte claramente conservador y neoliberal, de modo que los protaurinos y de derechas en España deben de ser los más satisfechos con la publicación de semejante discurso incendiario, nada propio de un semanario que se las da de serio y formal. Serán los calores del verano. "Los catalanes le están cogiendo el gusto a prohibir cualquier cosa que les fastidie", afirma la publicación. Pues no sé si habría que prohibir los ingleses borrachos... ¿O acaso les fastidia que ahora ya no van a poder usar a los toros tanto como hasta ahora para hacer chistes sobre los españoles? De paso critican a Zapatero por su inestabilidad parlamentaria, que puede depender precisamente de los partidos independentistas y/o soberanistas catalanes. Esto sí es más habitual.
Aún escribiré otra entrada hoy, sobre algunas reacciones que ha suscitado la prohibición. Por ejemplo en cierto periódico que sigue perdiendo prestigio a cada día que pasa: El País. Por bipartidista, por sesgado y por tendencioso. Y ya son muchas veces.
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